#Claves de la semana

“Muchos piensan: ¿Cómo va esta mujer a cambiar una rueda?”

Olaya Sampedro es mecánica en el equipo Champi Women Racing. Atiende a Galiciapress para hablar sobre cómo se abren paso las mujeres en el motocilismo, las dificultades que se encuentra en un mundo tan masculinizado y el machismo presente en el deporte de motor. 


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Olaya Sampedro es mecánica en el equipo Champi Women Racing. Atiende a Galiciapress para hablar sobre cómo se abren paso las mujeres en el motocilismo, las dificultades que se encuentra en un mundo tan masculinizado y el machismo presente en el deporte de motor. 



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Olaya prepara la moto durante una de las carreras 


Taru Rinne, Laia Sanz, María Herrera, Ana Carrasco…Todas ellas tienen en común que son mujeres, leyendas del motociclismo y que se abrieron paso a todo gas en un mundo de hombres. Ahora, muchas son las herederas de estas pioneras que permitieron soñar al resto de mujeres con demostrar su valía entre motos y motores. Mujeres como Olaya Sampedro, de 23 años, apenas rebasa el metro y medio de estatura y su aspecto no corresponde al arquetipo de los mecánicos que uno suele encontrase en el paddock. A pesar de su apariencia, si le das un destornillador y una tostadora ella te devuelve un cohete. 


Exagero, pero es cierto que posee un conocimiento enciclopédico de todo lo relacionado con el mundo del motociclismo. Por el ruido del motor puede saber si la moto que va a dar la curva es una Kawasaki, una Honda o una Ducati. Detrás de las carreras del piloto Dani Sáez se esconde su trabajo y el de sus compañeras, las hasta ahora componentes del equipo Champi Women Racing, desmontando la arcaica idea (que desgraciadamente aún sigue imperando en la cabeza de muchos) de que en el mundillo del motor las chicas solo valen para ser la cara bonita en la entrega de premios y sujetar la sombrilla.


UN MUNDO DE HOMBRES

Hay un momento en la vida en el que uno descubre a lo que se quiere dedicar o lo que quiere ser, y ese momento Olaya lo reduce a “la primera carrera”. “Tenía 14 años cuando un día me llamó mi padre porque tenía una entrada para ver las carreras en Estoril. Yo apenas había tenido contacto con ese deporte, pero cuando lo vi de cerca me gustó tanto que ya no quise hacer otra cosa y me volví una fanática de todo lo relacionado con el mundial de Moto GP”, recuerda Olaya, si bien matiza que un principio no pensó en ser mecánica, sino periodista, pero un anuncio le hizo cambiar de planes. “Vi un anuncio en la tele que hablaba de formar a mecánicos de competición, me puse a indagar, vi que había chicas en eso y dije: ¿Por qué no?”.


Sin embargo, no fue una decisión fácil. Tanto sus padres como sus amigos le intentaron sacar esa idea de la cabeza. “¿Y qué haces tú ahí? ¡Si está lleno de hombres!”, le repetían a la joven mecánica. “Creo que me lo decían por el físico, porque soy chica…Era como ¿Cómo va esta mujer a cambiar una rueda?”, afirma Olaya, que asegura que aun a día de hoy cuando la gente le pregunta a que se dedica muchos no le creen.


A pesar de todo, Olaya superó todas las pruebas de acceso a la escuela Monlau Repsol de Barcelona. Allí ella era la única chica de su clase, donde el porcentaje de mujeres representa apenas un 5% del alumnado. “Pero cada vez somos más”, explica Olaya, sorprendida porque “se juntaron varias mujeres en la promoción de este año”, demostrando que cada vez la inclusión de las mujeres va en aumento y que las escuderías cuentan con más y más mujeres entre sus filas.


EL PROYECTO CHAMPI WOMEN RACING

Aunque el primer contacto con el mundo del motor fue con el equipo Estrella Galicia, sus primeros pasos profesionales los dio en el equipo Champi Women Racing, un proyecto ideado por el expiloto y excampeón del mundo de 80cc Manuel ‘Champi’ Herreros. La idea era crear un equipo de motociclismo compuesto totalmente por mujeres, tanto en la pista como en el paddock, donde su presencia sigue siendo prácticamente anecdótica, para que les sirviera de trampolín en un mundo tan masculinizado como el de las motos. Un modelo pionero en el mundo del motor, ya que no hay muchos equipos que apuesten por la integración de la mujer. “Me enrolé en el proyecto de Champi porque prometió que el equipo crecería y se profesionalizaría, pero no fue así”, lamenta Olaya.


Olaya 5


Tras dos años en Champi, en los que el equipo apenas dio pasos claros hacia el profesionalismo, Olaya y el resto de sus compañeras comenzaron a tener problemas. “Poco a poco fuimos quedándonos solas, sin recursos y en condiciones cada vez peores. Nos sentimos olvidadas en los últimos campeonatos de la temporada”, se queja amargamente Olaya.


Ahora, tal y como recogen las informaciones publicadas por el diario El Mercantil Valenciano, el equipo está cerca de disolverse definitivamente y vive entre una nube de declaraciones cruzadas por parte de los dos bandos, mientras los escándalos relacionados con la gestión del equipo van salpicando al expiloto, sobre todo en lo relacionado al cobro de patrocinios y subvenciones por parte de la Comunidad Valenciana. Incluso Mari Calero, expiloto de Champi, narra en una entrevista como la pasada temporada llegaron a reclamarle que devolviera el mono de competición, plasmando la atmosfera reinante en el equipo.


Con todo, como el resto de sus compañeras, Olaya se buscó la vida para acabar el Campeonato de España de velocidad y el de Supermotard, las dos competiciones en las que participó, y durante el último gran premio trabajó para el equipo FAU55. “Al final lo importante es meter la cabeza en este mundillo, que te vean trabajar y te conozcan los demás equipos. En FAU55 las cosas fueron mucho mejor porque es un equipo más profesional. Después de toda la presión de las últimas carreras fue un alivio ver que con el nuevo equipo me pusieron todo un poco más fácil”, afirma la mecánica, a la vez que muestra sus esperanzas en encontrar un nuevo equipo de cara a la próxima temporada.


Olaya considera que aunque el proyecto es noble y quiere demostrar que las mujeres están tan capacitadas como los hombres, el proyecto nació muerto ya que “a día de hoy no es viable porque las grandes mecánicas no quieren formar parte de un proyecto completamente femenino y el resto, que tenemos calidad, estamos aún muy verdes, necesitamos tiempo para adquirir experiencia”. “Al final no es una cuestión de género, sino de experiencia. Para hacer un equipo competitivo tienes que mezclar bien la juventud con la experiencia, y en el Champi Women Racing todas las integrantes éramos unas principiantes. Hacía falta gente con más tablas en el mundillo porque la igualdad no es hacer un equipo solo de mujeres, es hacer un equipo profesional con oportunidades para todos”, sentencia Olaya.


MOTOS: ¿CON ‘M’ DE MACHISMO?

A veces, y más en un mundo como el del motociclismo, parece que todo se reduce a una carrera y a un piloto. La realidad es que detrás de eso hay un trabajo brutal. Cada semana de carrera, Olaya y su equipo tienen que desmontar la moto pieza a pieza para limpiarla, volver a ensamblar la máquina y ponerla a punto para la próxima prueba. Además tienen que montar el box, reparar todos los fallos o contratiempos a los que se enfrenten y preparar la estrategia a seguir en cada carrera.


Todo este trabajo en el caso de las mujeres del paddock tiene además el componente añadido de que en ocasiones pueden vivir situaciones machistas que hacen su trabajo más difícil. Afortunadamente, Olaya dice que entre compañeros no ha sufrido ese tipo de situaciones, ya que “entre mecánicos hay muchísimo respeto, todos somos grandes profesionales y lo que se mira es el trabajo de cada uno, no si eres hombre o mujer”. Sin embargo, si ha tenido que oír comentarios fuera de lugar durante su trabajo. “A veces hay comentarios o cosas que si te obligan a pararle los pies a alguna persona, pero son las que menos”, admite Olaya.


A pesar de los avances, en el mundo del motor hay un debate que parece que nunca va a desaparecer y que está estrechamente relacionado con el papel que venían teniendo muchas mujeres en los circuitos: las mal llamadas “paragüeras”, ya que su función no se limita a sujetar el parasol, o paddock girls, las chicas que acompañan a los y las pilotos en la salida y en el podio. Olaya tiene clara su postura sobre si es o no una figura machista. “Machistas son los ojos de la gente que las mira. Es un trabajo y ellas necesitan ganarse ese dinero. El problema es que las compañías las obligan a vestirse de tal y cual forma para que sean más llamativas; ellas deberían poder escoger su vestuario”, comenta Olaya, apostillando que lo importante es que “si ellas se sienten cómodas no deja de ser una profesión como cualquier otra”. “Lo peor son los comentarios de la gente y sus caras…es más la brutalidad de muchas personas, sin importar la ropa que lleven”, afirma la mecánica.


Para Olaya, cuyo principal referente es el tristemente desaparecido Marco Simoncelli, no se fija un horizonte concreto ni piensa en las barreras del camino, mientras sueña con trabajar en el equipo que dirige Paolo Simoncelli, el padre de su ídolo. Ella no se plantea otra cosa que no sea el ruido de los motores, las rodillas rozando el suelo al dar una curva o los caballitos en la línea de meta cada fin de semana. “Es todo lo que rodea a la competición, al circuito, la gente, la sensación de equipo, de sacar una moto y que gane la carrera…es una sensación increíble”, comenta con pasión, sabedora de que tiene ante ella toda la carrera por delante hasta ver la bandera a cuadros. 


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