​El drama de las residencias durante la pandemia contado desde dentro: mayores encerrados bajo llave, solos y desatendidos

Un informe de Médicos Sin fronteras (MSF) recoge la experiencia de 500 centros durante la primera oleada del coronavirus, que golpeo de forma más sebera si cabe a las residencias de ancianos.

La crisis de los geriátricos españoles se ha cobrado la vida de entre 27.000 y 30.000 mayores. Sin recursos, sin personal y sin apoyo, los centros para la tercera edad se vieron abocados a tomar decisiones dramáticas, mientras el inicio de una nueva andanada de la enfermedad planea sobre unas residencias que todavía no cuentan con las herramientas necesarias para hacer frente a la COVID-19.

MSF constata en su informe el drama vivido en las residencias para la tercera edad

Magdalena lleva dos días trabajando sin parar para atender a los residentes de una pequeña residencia rural en la que es enfermera y, además, responsable del centro. “No hay nadie más que pueda atender a los residentes que no me dejan enviar al hospital, y ya no puedo más", explota la sanitaria.

"Me quedaré esta noche, cómo no, y las que hagan falta. Al fin y al cabo, soy enfermera, esto es vocacional, y más aún cuando trabajas con gente mayor. Pero aquí sola no puedo hacer mucho. Aunque me quede, se seguirán muriendo", lamenta amargamente esta profesional que ha visto la muerte tan cerca en los últimos meses.

Este es uno de los muchos testimonios recogidos por la ONG Médicos Sin Fronteras, donde han hecho un repaso a todo lo ocurrido en las residencias de España. En el informe, titulado 'Poco, tarde y mal. El inaceptable desamparo de los mayores en las residencias durante la COVID-19 en España' y que cuenta con los relatos de tres centros de Galicia, se narra la indefensión del personal, que sin recursos y con unas plantillas extremadamente cortas, tuvieron que hacer frente a una pandemia que esquilmó a los geriátricos.

Al miedo a la enfermedad, los responsables de los centros se encontraron con otras dificultades para encontrar personal sanitario que sirviese no solo como refuerzo, sino también para cubrir las bajas de todos los trabajadores de los centros que también acabaron afectados por la enfermedad. En ese sentido, algunos hospitales pusieron en marcha ‘equipos COVID’ para apoyar a las residencias, pero también en estas unidades el personal era escaso y no podía llegar a todas partes. “Por aquí no han pasado”, critica Magdalena.

Como en su centro, en muchos geriátricos del país se tuvieron que enfrentar a la imposibilidad de dar a sus residentes la atención médica que necesitaban, ya que con los hospitales saturados, las derivaciones hospitalarias se hicieron a cuentagotas, lo que muchas veces supuso la diferencia entre la vida y la muerte. “Hoy solo podemos admitir a una persona de residencias, elijan ustedes”, recuerda Luisa, una trabajadora social que se encontró con esta respuesta de un centro hospitalario cuando llamaba para pedir atención para sus mayores.

“DESAMPARO INACEPTABLE”

Con todos estos testimonios, desde MSF, que sirvieron de apoyo a casi medio millar de centros en campos como la prevención y control de la infección, diseño de protocolos de sectorización o el uso de EPIs, no dudan en tachar la situación vivida de “desamparo inaceptable” hacia los mayores. En muchos centros, para tratar de contener los contagios, tomaron la determinación de encerrar a los usuarios en sus dormitorios, bajo llave, aislándolos de cualquier tipo de contacto e interacción. Ese daño psicológico y emocional pesó mucho sobre los usuarios de los centros. “Personas golpeando y suplicando por salir. Un horror”, narra Andrés, uno de los bomberos encargados de las labores de desinfección de las residencias donde se detectaban brotes.

Ante la perspectiva de que la enfermedad vuelva a cebarse con los centros para mayores, la ONG insiste en la necesidad de aplicar medidas de urgencia para asegurar el control del coronavirus y evitar que las consecuencias en esta segunda oleada sean tan nefastas como lo ocurrido entre marzo y mayo. Del mismo modo, instan a los responsables a reformular el modelo de gestión de residencias, la coordinación entre las empresas y las administraciones públicas y las relaciones entre los centros y los hospitales o centros de Atención Primaria.

La falta de planes de contingencia también pasó factura. "Esta combinación hizo inviable responder a la epidemia. Al ser residencias no disponían de recursos sanitarios y asistenciales, lo que tuvo un impacto directo en la salud de los residentes", reconoce Ximena Di Lollo, responsable de la respuesta en residencias de MSF, a la vez que recalca que la atención sanitaria que se puede prestar en una residencia de mayores no puede ser comparable al servicio que se presta en un hospital.

"Las residencias y sus trabajadores carecen de recursos, infraestructura, formación o responsabilidad para la atención médica y tampoco hubo una respuesta inmediata, adecuada y orientada a salvar vidas, y coordinada con los servicios asistenciales y de salud", expone.

“ES LO QUE INTENTÁBAMOS DECIR”

Desde el Círculo Empresarial de Atención a las Personas (CEAPs) el informe de Médicos Sin Fronteras ha servido para reafirmar y poner de nuevo en palabras todas las advertencias que vienen lanzando desde hace meses. "No es más que lo que intenté explicar en el Congreso de los Diputados hace más de dos meses", repone para EuropaPress la presidenta de CEAPs, Cintia Pascual.

En ese sentido, el informe, en el que las dos instituciones trabajaron de forma conjunta, tiene que servir, según Pascual, para que todos los actores implicados “aprendan” de lo vivido. "Ahora, con un segundo rebrote en la puerta, o realmente se coordina bien o tendremos un problema muy grave", añade.

"Las residencias y sus trabajadores carecen de recursos, infraestructura, formación o responsabilidad para la atención médica y tampoco hubo una respuesta inmediata, adecuada y orientada a salvar vidas

Sin embargo, teme que esto no sea así y que se cometan los mismos errores del pasado, especialmente a la hora de tratar temas como los test PCR y la posibilidad de que sean los centros los que los paguen para evaluar a sus trabajadores. "Creo que nadie ha entendido nada. El 70% de las personas que cuidamos son plazas públicas. ¿Cómo se puede estar planteando esto?", replica.

"Ahora se publica el informe de MSF teniendo claro todo lo que se ha sufrido y el abandono, y hoy mismo se publica la norma que dice que nosotros nos tenemos que responsabilizar de los PCR y los Equipos de Protección Individual".

Mientras, desde la Federación Empresarial de la Dependencia (FED), su presidente, Ignacio Fernández-Cid, valora positivamente la publicación del informe, que también sirve para respaldar las denuncian que la Federación ha realizado en los últimos meses. “No estábamos preparados ni lo estamos", considera Fernández-Cid sobre la idea de que los centros podían y pueden asumir el cuidado de los mayores enfermos durante la crisis.

"Espero que este informe siga abriendo los ojos a nuestras autoridades sanitarias y nuestros políticos", admite, ya que este no hace otra cosa que constatar una realidad muy incómoda sobre lo ocurrido en las residencias: "Sanidad se había olvidado de los mayores".