“A menudo es más barato pagar multas que arrancar los eucaliptos”, advierten ingenieros de APENFOGA
Pocas cosas polarizan más a los gallegos que el eucalipto. Para unos, es la tabla de salvación económica del rural; para otros, la chispa de los incendios que devora miles de hectáreas cada verano. En el epicentro de este debate se sitúa la moratoria a las nuevas plantaciones, impuesta por la Xunta y cuya prórroga más allá de diciembre de 2025 está en el candelero. Mientras el sector clama por la libertad de plantación, y los ecologistas exigen su prohibición total, hablamos con la portavoz de la Asociación Profesional de Enxeñería Forestal da Xunta de Galicia (APENFOGA) para aportar algo de luz técnica. Basándose en el saber forestal, la asociación desmantela el simplista argumento de que el eucalipto no arde en zonas como A Mariña, y señala directamente al problema de fondo: la ausencia de ordenación del territorio, el abandono del minifundio y la debilidad en la vigilancia.
La última gran ola de incendios que azotó Galicia este pasado verano (la más virulenta desde 2017) puso de relieve, una vez más, la extrema fragilidad de las masas forestales gallegas. Más de 25.000 hectáreas ardieron en una semana, una magnitud que reavivó la tensión entre las diferentes partes: la Xunta defiende la importancia económica del monte productivo para darle valor y evitar el fuego, mientras que los colectivos ecologistas y buena parte de la sociedad civil denuncian que las masas continuas de eucalipto son auténticas bombas de relojería.
La moratoria, inicialmente diseñada para permitir una reflexión estratégica y reordenar la superficie forestal, corre el riesgo de expirar sin que se hayan implementado las herramientas de ordenación necesarias, como los Planes de Ordenación de Recursos Forestales (PORF), que la Ley de Montes lleva años contemplando.
Ante este panorama de urgencia y desorden, APENFOGA pide el mantenimiento de la moratoria del eucalipto hasta que se habilite un procedimiento consensuado que permita controlar la superficie dedicada a esta especie en Galicia, tal y como se acordó en el Plan Forestal de 2021. Este plan estableció la necesidad de reducir la superficie de eucalipto en un 5% para 2040.
“Un eucalipto na Mariña está moito menos estresado hidricamente e é, por tanto, menos inflamable ca un nunha ladeira soleada do interior de Pontevedra en agosto”
APENFOGA advierte que la discusión sobre el eucalipto no puede reducirse a un eslogan: hay factores climáticos, de propiedad y de gestión que condicionan el riesgo real en el monte. Por ejemplo, sobre el argumento de que A Mariña no arde pese a estar totalmente eucaliptizada rebate que el factor climático es, con diferencia, la razón principal y determinante. El clima oceánico húmedo de A Mariña, influenciado por el Cantábrico, mantiene una humedad ambiental y del suelo muy elevada, con precipitaciones bien distribuidas a lo largo del año. En este contexto, “apenas existe seca”, y la vegetación, incluso el eucalipto, tarda mucho más en secarse y alcanzar el punto de ignición.
“Na Mariña, a xanela de perigo de incendio é moito máis curta e estreita. Incluso nun verán seco, a vexetación recupera humidade rapidamente. Un eucalipto na Mariña está moito menos estresado hidricamente e é, por tanto, menos inflamable ca un nunha ladeira soleada do interior de Pontevedra en agosto”, explica Raquel Carreira, presidenta del colectivo.
Según la asociación, el modelo forestal del eucalipto en este caso es una “variable de confusión” si se pretende explicar la falta de incidencia de los fuegos forestales en A Mariña. El monocultivo sigue siendo un modelo peligroso, pero está modulado por la cercanía del mar y la alta pluviosidad.
El problema no es solo la especie, sino la combinación de una gestión productivista de bajo capital y alto rendimiento con la estructura de propiedad minifundista y el abandono rural.
En A Mariña y otras comarcas, el eucalipto se corta en turnos de entre 13 y 18 años, lo que, advierten los ingenieros, provoca que la masa se mantenga en un estado de “sucesión incipiente en todo el ciclo de producción, dominado por un estrato superior arbóreo y un subestrato arbustivo muy importante”. Esta estructura, crea masas poco resilientes desde el punto de vista ecológico y con gran continuidad de combustible, tanto vertical como horizontal. Vamos, que A Mariña no es inmune a los grandes incendios.
APENFOGA señala: "la realidad es que nos enfrentamos a un abandono de la tierra y del territorio en una estructura de propiedad minifundista, siendo en este caso el cultivo forestal de ciclo corto una opción económica de bajo capital y alto rendimiento precisamente por la baja inversión". En resumen, la poca inversión en silvicultura intensiva que requeriría este modelo para mitigar el riesgo se traduce en plantaciones con “alto potencial de arder, y de arder con virulencia”.
Solicitamos o mantemento da moratoria do eucalipto ata habilitar o procedemento que de forma consensuada permita o control da superficie adicada a eucalipto no noso territorio.
La moratoria a nuevas plantaciones termina el 31 de diciembre de 2025, y en los últimos meses ha sido objeto de intensos debates. APENFOGA pide mantener la moratoria “hasta habilitar el procedimiento que de forma consensuada permita el control de la superficie dedicada a eucalipto en nuestro territorio”. La moratoria de nuevas plantaciones está diseñada para controlar la superficie total de eucalipto, buscando reducirla al menos un 5% para 2040. El sector ha propuesto como alternativa regular los "derechos de plantación", un sistema similar al usado en el viñedo, donde se puede plantar nueva superficie siempre y cuando se retire una equivalente en otro lugar. APENFOGA advierte del riesgo: esta medida puede convertirse en una forma de mercantilizar el territorio.
La asociación cree que la solución está en desarrollar las figuras de planificación existentes, especialmente los Planes de Ordenación de Recursos Forestales (PORF). Solo así, entienden, se lograría reducir al menos un 5% de la superficie para 2040.
APENFOGA también propone aplicar una diversificación de cultivos obligatoria, similar a la existente en la Política Agraria Común (PAC) para los cultivos agrarios. Esto implicaría que en las nuevas plantaciones o reforestaciones, el propietario estaría obligado a dedicar un porcentaje (entre el 10% y el 30%) a otra especie (pino, frondosas, frutales) o a elementos paisajísticos o ambientales.
En su opinión, esta medida de diversificación, aplicada a todo el territorio, permitiría un doble beneficio clave: por un lado, reduciría la superficie de eucalipto en la costa, ganando “discontinuidades de cara a la prevención de incendios”; por otro lado, en el interior, ayudaría a incorporar especies productivas creando un paisaje mosaico, donde controlar las llamas es más fácil.
Pero, ¿hasta qué punto son factibles normas tan complejas cuando leyes mucho más simples no se cumplen?
“Para los infractores, a menudo es más económico pagar multas que arrancar las plantaciones de eucalipto”
Una de las grandes lacras del rural gallego es el continuo incumplimiento de la ley que prohíbe plantar eucalipto (y cualquier especie forestal) en terrenos de labradío y de uso agrícola. Es una realidad visible: cualquiera que recorra el rural puede ver terrenos de alta capacidad agrológica forestados ilegalmente a la vista de todos.
¿Hace la Xunta vista gorda con los eucaliptos plantados en terrenos de cultivo? APENFOGA no achaca esta permisividad a una única causa, sino a una compleja mezcla de factores, incluyendo la existencia de un marco legal “cambiante y confuso”, una insuficiencia de medios y recursos humanos en la Administración y la propia "estrategia del infractor para eludir la norma".
A esto se suma la alarmante inacción administrativa en la movilización de tierras. Desde el año 2007 no se han tramitado procedimientos para la declaración de terrenos agrícolas abandonados o infrautilizados, un proceso que lleva años contemplado en distintas leyes. Esta inacción ha fomentado el abandono, y su posterior forestación ilegal. El problema de fondo es la “ausencia de implementación por parte de la administración de los procedimientos previstos en la ley”.
Finalmente, existe una estrategia de cálculo económico que hace que la ley sea ineficaz: “Para los infractores, a menudo es más económico pagar las sucesivas multas y esperar a que la plantación sea productiva, que acatar la ley y arrincala”.
“No tiene sentido entender que una plantación de eucalipto tenga de por sí un efecto positivo sobre los fuegos forestales”
El debate de si el eucalipto es un árbol "pirófito" (adaptado al fuego) o si "da valor al monte" (y por lo tanto ayuda a prevenirlo) sigue sin resolverse a nivel político y social. La Xunta y la patronal maderera defienden la segunda tesis, mientras que los ecologistas insisten en la primera. APENFOGA ofrece una perspectiva matizada, desmontando ambas visiones.
La asociación profesional es clara: “no tiene sentido entender que una plantación de eucalipto tenga de por sí un efecto positivo sobre los fuegos forestales”. La carga de combustible, dependiente de la biomasa y el potencial de generar combustible fino, es lo que importa, argumentan.
El carácter pirófito de la especie solo habla de su adaptación al fuego una vez que este se da. El principal problema de las masas de eucalipto no es esa adaptación, sino el “gran riesgo de generar focos secundarios por vuelo de materiales en ignición” y, sobre todo, la gran cantidad de combustible por hectárea. El estrés hídrico estival que se produce por la estructura de la vegetación también es un factor determinante en su inflamabilidad.
Hacia un nuevo modelo: seis pilares irrenunciables
Si los ingenieros forestales tuvieran la capacidad de diseñar una nueva política forestal para Galicia sin ataduras, ¿cuáles serían los pilares irrenunciables para asegurar un futuro sostenible y evitar los grandes incendios de repetición?
APENFOGA recalca que la solución pasa por diseñar una nueva configuración del territorio que lo haga más resistente y resiliente frente al cambio climático y al aumento de los grandes incendios. Esta solución tiene que ser transversal, abordada desde múltiples políticas (territorial, urbanística, medioambiental) para superar los problemas estructurales gallegos: el minifundismo, la población envejecida, el abandono del rural y la escasa rentabilidad de muchas masas.
- Actuaciones basadas en el conocimiento y la ciencia forestal.
- Planificación dinámica participada del territorio.
- Gestión activa del territorio para reducir la biomasa.
- Diversificación de cultivos y especies, superando el monocultivo.
- Creación de paisaje resiliente en mosaico, generando discontinuidades.
- Identificación de áreas estratégicas de gestión para priorizar recursos.
La conclusión de los profesionales es que el debate no debe centrarse solo en un modelo estrictamente productivista, sino en la necesidad de una planificación territorial que tenga en cuenta múltiples variables para escoger la solución más adecuada a cada territorio, garantizando así una gestión forestal sostenible de los casi dos millones de hectáreas de terreno forestal de Galicia.
Pontón propone una moratoria indefinida del eucalipto para lograr un monte "ordenado y multifuncional"
Escribe tu comentario