Rueda aplaude la "inmigración ordenada" que hace crecer a Galicia tras décadas a la baja

La comunidad gallega ha vuelto a ganar población después de años de pérdida constante. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), Galicia alcanzó el 1 de octubre de 2025 los 2.726.314 habitantes, lo que supone 14.652 personas más que un año antes. Este incremento, aunque todavía moderado, ha despertado la atención del Gobierno gallego, que lo interpreta como una señal de cambio en un territorio que lleva décadas luchando contra el envejecimiento y la despoblación.

La Xunta atribuye parte de este avance a la aportación de la población extranjera, que ha crecido de forma destacada en el último año. Actualmente, 187.767 residentes tienen nacionalidad extranjera, 20.689 más que en 2024. En cambio, la población de nacionalidad española se ha reducido hasta los 2.538.547 habitantes, unos 6.000 menos. El saldo, por tanto, es positivo únicamente gracias a la llegada de inmigrantes y al retorno de gallegos desde el exterior.

El aumento trimestral también refuerza esta tendencia: Galicia cuenta hoy con 5.576 habitantes más que hace tres meses, un avance del 0,20%, prácticamente idéntico al 0,21% registrado a nivel estatal. La comunidad se mantiene así dentro de la media española y rompe, al menos temporalmente, una dinámica regresiva que marcó su evolución demográfica durante los últimos cuarenta años.

Desde la década de 1980, Galicia ha experimentado un declive demográfico estructural. La comunidad llegó a tener más de 2,8 millones de habitantes a mediados de los años setenta, pero desde entonces ha perdido más de 100.000 personas, en paralelo al envejecimiento de su población y a la salida de miles de jóvenes hacia otras comunidades o países europeos. El peso de las personas mayores de 65 años supera hoy el 26% del total, mientras que los nacimientos siguen en mínimos históricos, con menos de 13.000 alumbramientos al año.

La falta de relevo generacional, la precariedad laboral y las dificultades para retener talento joven han sido los principales factores detrás de esta tendencia. La pirámide poblacional gallega refleja un formato invertido, con una base estrecha y una cúspide amplia, símbolo de un territorio envejecido. En la última década, la tasa de natalidad se ha mantenido en torno a 6,1 nacimientos por cada mil habitantes, una de las más bajas de España.

El repunte actual de la población, impulsado casi exclusivamente por el incremento de residentes extranjeros, ofrece un respiro en un contexto marcado por la preocupación social y política. Los analistas entienden que el reto demográfico no se resolverá únicamente con llegada de inmigrantes, pero reconocen que sin ese flujo, la pérdida poblacional sería mucho más profunda.

Alfonso Rueda defiende la inmigración como oportunidad

El presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, calificó como “absolutamente necesario” un “flujo migratorio ordenado” para hacer frente al desafío demográfico. Su posición llega en un momento en que el debate sobre inmigración ha cobrado fuerza dentro del propio Partido Popular. Mientras algunos líderes regionales han asumido un discurso más restrictivo, el mandatario gallego ha optado por un tono pragmático, centrado en la necesidad de mantener un equilibrio entre población autóctona y llegada de nuevos residentes.

Rueda recordó que Galicia comparte con “otros muchos países de Europa” un fenómeno común: menos nacimientos, más esperanza de vida y un mercado laboral que demanda mano de obra. Para el presidente, “negar” el papel de la inmigración en este contexto sería “ignorar la realidad”. En sus declaraciones, incidió además en la importancia de complementar la política migratoria con el apoyo a las familias gallegas para favorecer la natalidad.

Desde la Xunta, el Gobierno autonómico mantiene activa la ‘Estratexia Retorna’, un programa que busca facilitar el regreso de emigrantes gallegos y sus descendientes, con ayudas dirigidas a la inserción laboral, la vivienda y el emprendimiento. Se presentan así dos vías complementarias: favorecer que quienes ya viven en Galicia tengan hijos y atraer población del exterior para compensar el envejecimiento.

Una postura moderada frente al discurso duro del PP

La posición de Rueda contrasta con la de algunos líderes de su partido en otras comunidades. En los últimos meses, figuras del PP andaluz y madrileño han mostrado reservas ante el ritmo de llegada de inmigrantes, refiriéndose a la necesidad de “controlar fronteras” o “preservar empleo nacional”. El presidente gallego ha evitado ese tipo de mensajes y ha insistido en un enfoque “ordenado y planificado” de los flujos migratorios como instrumento de desarrollo, no de conflicto.

Esta diferencia de matices se produce en un contexto nacional donde el debate migratorio es protagonista. En paralelo, el mercado laboral gallego muestra una creciente dependencia de trabajadores extranjeros, especialmente en sectores como la hostelería, la construcción y los cuidados. En muchas comarcas rurales, la llegada de familias extranjeras ha evitado el cierre de escuelas o el abandono de actividades agrícolas.

El Gobierno gallego considera que, aunque la inmigración no solucione por completo el problema demográfico, sí aporta vitalidad económica y social a una comunidad que envejece a ritmo acelerado. En los últimos cuatro años, el número de residentes extranjeros ha aumentado más de un 30%, un ritmo que compensa parcialmente la pérdida natural de población. El INE estima que en 2030 Galicia podría alcanzar los tres millones de habitantes solo si se mantiene este nivel de entradas y retornos.

Galicia en el contexto estatal

En el conjunto de España, la población residente alcanzó los 49.442.844 habitantes el 1 de octubre de 2025, la cifra más alta de la serie histórica. El país creció un 0,21% en el tercer trimestre, lo que equivale a un aumento de 105.488 personas.

 En términos anuales, el incremento asciende a 474.454 habitantes. Como ocurre en Galicia, el motor de este crecimiento está en la inmigración, ya que el número de personas nacidas en el país se redujo.

El paralelismo entre Galicia y el conjunto del Estado confirma una tendencia generalizada en Europa occidental: el crecimiento poblacional solo se sostiene mediante movimientos migratorios positivos. Portugal, Italia y Alemania presentan patrones similares, con un claro descenso de la natalidad y un aumento de residentes nacidos fuera.  

El reto, según los demógrafos, será mantener la cohesión social y territorial en una comunidad que incorpora progresivamente a personas de orígenes diversos. La apuesta institucional en Galicia, de momento, parece orientarse más hacia la integración y el retorno que hacia la restricción. Si el aumento registrado este año se consolida, podría marcar un punto de inflexión en la evolución de la pirámide poblacional gallega y abrir una nueva etapa en la lucha contra la despoblación.