Darío Rey, el hombre que entregó Touro al PP a cambio de luchar contra la mina: "Nunca pensé que aceptarían"
Darío Rey es el ex número dos de Movemento Veciñal de Touro y ex tercer teniente de alcalde del Concello de Touro durante el mandato de Roberto Castro. Hoy es el enemigo público número uno para unos, pero un político comprometido para otros. Su decisión de permitir la moción de censura en Touro para devolverle el bastón de mando al PP tuvo un precio muy alto para los populares: el Concello debía ser crítico contra el proyecto minero de Touro e, incluso, personarse en las causas judiciales abiertas y futuras. Galiciapress charla con el edil, que tendrá la última palabra en todo lo relativo a la mina y el medioambiente en los dos años que quedan de legislatura, su último servicio en la política municipal.
Un tránsfuga...o un agente doble. Esa es la duda que quedó en el aire el verano pasado cuando, en plena fiebre por arrebatar alcaldías, el Partido Popular anunciaba un acuerdo con uno de los ediles no adscritos del Concello de Touro para recuperar el bastón de mando en el municipio coruñés apenas dos años después de las elecciones. Fue un movimiento audaz y sorprendente, por las condiciones pactadas con Darío Rey, el verdadero protagonista de la moción de censura que sí, entregó la alcaldía de Touro a los populares, pero por un alto precio, ya que ahora de Rey depende la postura que adopte el gobierno municipal frente al controvertido proyecto de reabrir la mina de Touro y O Pino.
UN VENDIDO; UN CABALLO DE TROYA
De puertas a fuera, el cambio de alcaldía puede sorprender, pero era una opción que en Touro se mascaba desde hacía tiempo. La fractura en el Concello de Touro llegó mucho antes de que la moción de censura pudiese ser siquiera una posibilidad. Darío Rey, aunque número dos en la candidatura, fue en la oposición y durante la campaña “el que puso la cara” y “la voz cantante”, como se define, aunque por cuestiones profesionales acordaron en la formación política que lo mejor era que como alcaldable quedase Roberto Castro, una persona que podía tener una dedicación total al gobierno de Touro pero que, ya desde un primer momento, tuvo un comportamiento que extrañó a sus propios compañeros de partido.
“Fíjate que pese a ser el número dos no fui nombrado ni primer ni segundo teniente de alcalde”, recuerda Rey, que si bien admite que es una figura más bien simbólica, el gesto ya fue sintomático de una relación que empezó siendo “de absoluta normalidad” y terminaría con la imagen del propio Rey levantándose en el salón de plenos y abandonando la sesión el día de la moción de censura cuando Castro tomó la palabra.
“No fue más que una consecuencia de lo que llevaba pasando durante meses o años. No me fui yo solo, al entrar en el gobierno éramos un grupo más grande. ¿El día del pleno? Fue un reflejo de porque me fui: el cinismo, la manipulación, los ataques personales…todo vale por mantenerse en el cargo y no estaba dispuesto a entrar en provocaciones con lo que tuviese que decir una persona cínica que buscaba desestabilizarme”, afea el edil, que entiende que la decisión que adoptó fue “más que acertada”.
En aquel día al nombre de Darío Rey le siguieron etiquetas como “vendido”, “tránsfuga” o acusaciones que lo señalaban por “moverse por motivos económicos”. Otros, en cambio, lo vieron como un ‘Caballo de Troya’ llamando a las puertas de la mina de Touro, una consideración que le despierta una sonrisa al ex número dos de Movemento Veciñal, que prefiere no dedicar ni un segundo a valorar esas palabras que llegaron “sin argumentos ni pruebas”. “Quien descalifica por descalificar se retrata a sí mismo”, estima Rey, considerando que la intervención de Castro fue “la perfecta demostración de por qué se quedó solo”.
CRISIS POR EL SAF
Para ir a la raíz de la moción de censura hay que hacer un viaje al pasado, pues Rey explica que es algo que germinó después de muchos “episodios desagradables” durante el mandato de Movemento Veciñal al frente del consistorio que construyen un puzle donde se traza una línea del gobierno tourés alejada del programa inicial y de los motivos por los que los vecinos depositaron su voto en esta formación.
“En cuanto llega al poder, el trabajo que yo hacía ya no le parecía tan bien. Creo que pensaba que le hacía sombra”, asume Rey, justificando así la decisión de hacer nombramientos sin consultarlo a él, pese a ser el presidente de la formación, y acabar siendo tercer teniente de alcalde. Aunque en un primer momento el edil asegura que no le dio importancia, otras decisiones sí que terminaron por hacer mella en la relación entre ambos.
“El mes de agosto de 2023 recuerdo pasarlo en el Concello tramitando subvenciones europeas por iniciativa propia”, recuerda Rey, que meses después empezó a ver que el alcalde “hacía lo contrario de lo que llevábamos años luchando”. La concejala Angélica Lamas, que renunció en julio de 2024, fue de las primeras voces críticas con la gestión de Castro, lo que motivó su salida. Cuestiones más allá del proyecto minero, como el Servizo de Axuda no Fogar de Touro, fueron las que terminaron de marcar las distancias dentro del propio grupo.
Rey reivindica su trabajo para que las trabajadoras del SAF lograsen mejoras salariales y laborales sustanciales incluso antes de la llegada de Movemento Veciñal al poder. “En esa lucha, más allá de lo que se consiguió, había una serie de condiciones que se llevarían a cabo si llegábamos a la alcaldía”, indica, con la prioridad de municipalizar el servicio, pero sin contar con una mayoría para ello, por lo que se dirigieron los esfuerzos a incluir cláusulas sociales cuando se licitase el servicio. Se convocó una comisión de forma abrupta para abordar ese asunto y ni Lamas ni Rey eran conocedores de las intenciones del alcalde, que orquestó todo “unilateralmente” sin hacerles llegar los pliegos de la licitación y que resultaron ser “exactamente iguales a los del PP” sin las cláusulas sociales prometidas.
Esta circunstancia provocó mucha fricción en el Concello con un alcalde “que siguió mareando, haciendo de trilero, dilatando las negociaciones” y que provocó la oposición dentro de su propio grupo. “Me partí el lomo y pasé horas leyendo los pliegos para que no se cumpliese lo que prometí. No trago con eso”, explica Rey de su negativa a aprobar la moción del regidor sin las enmiendas que terminaron por sumarse. El resultado fue que, en el momento de presentar las ofertas, se resolvió con un servicio que recogía la subida máxima estimada “con las mejores condiciones salariales, por encima del convenio gallego”.
UN SAPO DIFÍCIL DE TRAGAR PARA TODOS
El del SAF es solo uno de los muchos episodios que resquebrajaron la relación de Rey con Castro, como ocurrió también con las formas para resolver el Plan Provincial de Obras, pero terminó por dinamitarse prácticamente con la negativa del Concello de recurrir la declaración de la Xunta de catalogar la iniciativa minera como Proyecto Industrial Estratégico. “El Concello no encarga ningún informe, no presenta recurso, y dice, respondiendo a una pregunta del BNG, que es algo que ‘ya se miró’ y que solo nos queda el derecho al pataleo, pero sin ningún informe jurídico ni nada encima de la mesa”, recopila el edil, todavía molesto por estos sucesos.
Al final, podría decirse que ‘de aquellos polvos, estos lodos’, pues la moción de censura llegó cuando Rey dejó la formación y se quedó como no adscrito, arañándole el compromiso al Partido Popular para que el Concello de Touro se personase como parte en las causas judiciales, algo a lo que aspiraba Rey desde su llegada al Concello.
“El Concello tienen un papel importantísimo en cuanto a personarse en los procedimientos judiciales, porque puede hacerlo, pero tiene que acreditar el interés en causas relacionadas con medioambiente. No sé quién puede tener más interés que el gobierno local, que tiene competencias propias, y así poder tener acceso a la información y a la causa a fin de poder aportar pruebas periciales independientes”, reconoce, considerando además que Castro, opositor en un principio al proyecto minero, acabó maniobrando en la dirección contraria.
“Los valores que teníamos en campaña hay que demostrarlos una vez en el poder”, justifica Rey, consciente de que la gran pregunta que se hacen todos es cómo alguien que era conocido desde la facultad como ‘Darío Mina de Touro’ por su firme enfrentamiento contra el proyecto minero puede acabar pactando con el Partido Popular, el principal apoyo de los que buscan la extracción de cobre y otros elementos en Touro y O Pino.
El cúmulo de desencuentros fue lo que provocó los primeros contactos, de manera amistosa y sin pretensión inicialmente de provocar un cambio de gobierno, entre Rey y Reboredo. “Salíamos de los plenos y hablábamos. Con el portavoz del BNG, con el del PP…decíamos que lo que pasaba era un escándalo”, sostiene Rey, que entonces recibió la primera propuesta de los populares para que trasladase sus condiciones y sentar las bases ante una hipotética negociación, aunque el edil admite que en un primer momento no le dio “mucha importancia” porque “en el tema de la mina estábamos en las antípodas”.
“Yo no podía ser alcalde ni quería. La única posibilidad era que fuese el del BNG o el del PP”, diseccionó entonces Rey. Un pacto entre nacionalistas y conservadores, de una u otra forma, hubiera sido visto como un vuelco al tablero político gallego, sobre todo con la mina de Touro en el fondo de la cuestión. Esa opción, por coherencia de los partidos, nacía muerta.
“Entonces salió la sentencia -en referencia al fallo del Supremo que permite las mociones de censura con votos de un tránsfuga- y salían los números. Me llamó su candidato, nunca hablé con nadie más ni con ningún intermediario. Le dije que podíamos llegar a acuerdos en 40 cuestiones, pero el tema de la mina era insalvable, porque yo me siento el más perjudicado con la mina y tengo familiares que viven en la zona cero. Pero él me invitó a sentarnos a hablar y les hice una propuesta por escrito. Esa era la posibilidad, pero no podían mover ni una coma de la oferta. Nunca pensé que fuesen a aceptar”, reconoce.
Su sorpresa fue que, efectivamente, el PP terminó “tragando con ese sapo” y acordando, entre otras cosas, que no se firmarán acuerdos de colaboración con las empresas promotoras de la mina o la personación en los procedimiento judiciales contra la mina y la contratación de un equipo técnico, el último movimiento del Concello adelantado por Galiciapress la semana pasada, cuando confirmó el “fichaje” de Ana Barreira, una profesional experimentada en esta clase de cuestiones y que permitirá a Rey contar con el mejor asesoramiento legal en sus iniciativas por fiscalizar cada paso en torno a los planes para la reapertura del macrocomplejo minero. “Eso no quiere decir que en el PP hayan pasado del catolicismo al islam”, asevera.
"LA MINA PARA MÍ SIEMPRE ESTUVO ASOCIADA A ALGO NEGATIVO"
Queda por saber las posibilidades del Concello en las distintas causas judiciales en torno a la mina y la contaminación del entorno, así como la consideración que haga la Xunta sobre la Declaración de Impacto Ambiental.
“La mina es una cuestión a la que dediqué miles de horas, mucho sacrificio en una lucha que emprendí a nivel personal hace mucho. Soy un amante de la naturaleza y del patrimonio y me implico para evitar un desastre que lleva sucediendo durante 30 años. Para mí la mina significa aquello que lleva toda una vida deteriorando mi municipio, mi entorno, y significa problemas, porque siempre estuvo asociada a algo negativo”, profundiza, puntualizando también que, a su juicio, cuenta con un “conocimiento bastante transversal sobre la mina, porque engloba muchas cosas”.
Con esta mochila, para Rey le resulta complicado encontrar un punto de encuentro entre el desarrollo económico y la protección del territorio. “Creo que no”, afirma, recordando que ya en su día la Xunta dio carpetazo en 2020 al primer intento por reabrir la mina por “la incompatibilidad de la mina con el medio ambiente”. “La situación no cambió, el proyecto no ha cambiado y sigue siendo incompatible cualquier tipo de proyecto extractivo”, medita.
Rey tiene por delante dos años para lograr poner al Concello de Touro al frente de la lucha contra la minería, pero no se le escapa que “en Touro no se decide si la mina sí o la mina no”. “Tenemos herramientas. Yo las tengo, las que garanticé en el pacto. En 30 años el PP y los que venían a cambiar hicieron más de lo mismo. Con esto se puede conseguir un equilibrio, que haya justicia social. El pacto es muy claro. A mí lo que me importa es lo que se hace desde el Concello. Y desde el Concello las competencias que tiene el Concello no son incentivar ningún tipo de mina, es la protección del medioambiente”, subraya Rey, con todas las responsabilidades ahora en su despacho.
Su futuro, en cualquier caso, no parece ligado a la política, pues parece que el ciclo de Darío Rey parece terminar en 2027. Para las próximas elecciones, o hay un cambio radical, o los vecinos de Touro no encontrarán su nombre en ninguna papeleta, ni en formaciones de derechas ni de izquierdas, como se reconoce. “Pienso cumplir el objetivo que tengo estos dos años. Estoy muy orgulloso de lo que hice y poder defender mi concello con las competencias que vamos a empezar a ejercer. ¿Dónde voy a estar en 2027? Al 99,5% fuera de la política municipal. Una vez cumpla mi tarea, y espero hacerlo, lo dejaré”, avanza Rey, que se encontró en la política “un mundo viciado, en el que el poder cambia totalmente a las personas”. “
“Para mí no es un trabajo. No dejé mi futuro en manos de la política, que es muy desagradecida. Yo no tenía ningún interés en ser alcalde, una vez llegado al poder, menos interés tengo. Me dedicaré a proyectos personales, que me traen muchísimas cosas positivas”, zanja este ‘Caballo de Troya’ que acaba de entrar en el corazón de la mina de Touro.
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