Ha nevado en Madrid

Rodrigo Brión Insua

Rodrigo Brión Insua (A Pobra do Caramiñal, 1995). Grado de Periodismo en la Universidad de Valladolid (2013-17). Redactor en Galiciapress desde 2018. Autor de 'Nada Ocurrió Salvo Algunas Cosas' (Bohodón Ediciones, 2020). 

En Twitter: @Roisinho21

Este fin de semana ha nevado en España. Bueno, no en toda España. Pero ha nevado en Madrid, que es España dentro de España. Asique, a grandes rasgos, sí se puede generalizar y decir que ha nevado en España. Aunque a algunos más que nieve le ha parecido lluvia sobre mojado. Porque donde unos ven cuatro copos los epidemiólogos ven muchos contagios. O equipos de rescate que no ven una conga improvisada, sino a los mismos inconscientes a los que no hace tantos días hubo que recordarles y repetirles que no, que no se podía acceder a Navacerrada por muy bonita que estuviese la sierra. O las autoridades sanitarias que no ven ángeles de nieve dibujados en el suelo, sino potenciales pulmonías en pacientes que no tienen asegurada su plaza en UCIs saturadas. Ni siquiera en las unidades de hospitales construidos por y para pandemias y que no están preparados para atender a los pacientes de Covid más graves.


Esta nevada podría motivarnos a sentarnos todos en corrillo un momento y hablar de urbanismo, o de malas planificaciones, o del centralismo mediático, o de los malnacidos –no encuentro otro nombre, lo siento- que en días de ventisca no se les ocurre mejor idea que pedir un Glovo que les lleve pilas para la cámara, o de por qué gastamos miles de euros en adornar las ciudades con árboles exóticos cuando estos no están en un entorno apropiado para, qué sé yo, aguantar una nevada, por ejemplo, y estos dichosos a la par que preciosos árboles caen con el peso de la nieve acumulada sobre coches, edificios o, por qué no, personas. Pero eso es algo que no se podía saber.


Tal vez estos debates debería dejarlos para luego, una vez visto y constatado que -no sé si lo saben-, ha nevado en Madrid. Nos lo han recordado enviados especiales a Gran Vía, a Cibeles, a la Puerta de Alacalá, a Navacerrada y a la A-6. Personitas ataviadas como inuits que han recibido y acatado las órdenes de sus jefes para demostrarnos mediante el método empírico que, efectivamente, nieva, hace frío y que es peligroso estar en la calle, en la autovía o en el puerto de montaña de turno con la que está cayendo. El empirismo en la nieve, algo que te ofrece el asomarte a la puerta o mirar por la ventana, pero que irremediablemente nos empuja a conducir durante kilómetros por carreteras inaccesibles y hundir nuestros pies en medio metro de nieve para certificar que, en efecto, hay mucha nieve. A esos colegas periodistas les mando el más caluroso de los abrazos, si bien lo que me gustaría enviarles es un chocolate caliente.

Poco o nada importa la gente que decide no encender la estufa o la calefacción por la sencilla razón de que no puede asumir la factura. Nada de eso importa porque ha nevado en Madrid.  


Acabo de consultar un mapa y he visto que, no lejos de la Puerta del Sol, a solo media hora en coche, también ha nevado. Es un sitio llamado Cañada Real, una vía kilométrica que tiene la particularidad de ser el mayor asentamiento ilegal de Europa además de, por cosas de la vida, el centro geográfico de este país. Geográfico, que no mediático. Porque poco importan las semanas que lleva esa gente sin luz, que no puedan tener acceso a los servicios más elementales o que hay cientos, Y CIENTOS, de niños y niñas pasando frío entre esas cuatro paredes de pladur en el mejor de los casos. Poco o nada importa esa gente o la que decide no encender la estufa o la calefacción por la sencilla razón de que no puede asumir la factura de la luz y el gas, que ha vuelto a subir bajo la permisividad del Gobierno de España.


Nada de eso importa porque, a riesgo de repetirme e insistir, ha nevado en Madrid. Y yo, bajo un sol de justicia y un frío de cojones, me despido de ustedes desde mi habitación, en Galicia, en un pueblo que jamás ha visto la nieve, sobre el que los medios de comunicación no repararon cuando estuvimos dos meses sin ver la luz del sol acosados por las ciclogénesis explosivas, pero en el que hoy todo el mundo está feliz porque, por una vez, y por fin, podemos decir con orgullo, que hemos disfrutado de la nevada. Porque ha nevado en Madrid. 


Nieve



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