Losantos creó el canal interno de denuncias del PSOE

Un mono con dos pistolas que acaba de descubrir la grifa. Eduardo Inda después de ver la versión del director de Novecento doblada al español sudamericano. Federico Jiménez Losantos tras asistir a un concierto de Ismael Serrano. 

Se me ocurren pocas hipótesis más de quién tuvo la idea de que era bueno para el PSOE lanzar un canal de denuncias interno -pero gestionado desde fuera- anónimo y centralizado en Ferraz.

Balance de ese buzón en el PSdeG, en poco más de una semana: 

Una denunciante anónima envía una queja de acoso sexual contra el presidente de la Deputación de Lugo, alguien se lo filtra a Cuatro, que lo desvela previa encerrona al secretario xeral José Ramón Gómez Besteiro, quien solo logra forzar la dimisión a medias del acusado -José Tomé, que defiende su inocencia, deja el partido pero conserva sus actas-; Besteiro sabía de la denuncia meses antes pero ocultó mintiendo en la citada encerrona, montada por un programa cuya subdirectora fue diputada con el anterior secretario xeral, rival de Bestero-; esta mentira debilita aún más su cuestionado liderazgo, algo que aprovechan algunos rivales internos para enseñarle la puerta de salida; posteriormente uno de esos críticos, el alcalde de Barbadás, es denunciado de acoso laboral a través del canal, acusación que, al igual que Tomé, rechaza, se va del partido pero no dimite, a pesar de que Besteiro se lo pide, a diferencia de lo que hizo con Tomé, inmediatamnete. De guinda, hoy, dos ex-concejalas de otra voz crítica con Besteiro, la alcaldesa de A Coruña, Inés Rey, le acusan a ella y a su mano derecha, José Manuel Lage Tuñas de acoso laboral. Denuncia formulada a través del famoso canal y que se acaba filtrando a la prensa poco después. 
 

Siempre me queda el recurso de enviar al canal que Sánchez me tocó el culo  En teoría, aplicando el celo que enarbolan algunos, el presidente del Gobierno debería dimitir
 

Si han sido capaces de leerse del tirón el párrafo anterior enhorabuena pero, lo siento, su tarea no ha terminado porque, sorpresa, oh sorpresa, intuyo que pronto saltarán más denuncias sobre cargos del PSdeG procedentes del famoso buzón anónimo.

Y si me equivoco y no saltan más, siempre me queda el recurso de enviar al canal que Pedro Sánchez me tocó el culo una vez cuando fui a cubrir un mitin. En teoría, aplicando el celo que enarbolan algunos, el presidente del Gobierno debería dimitir y así yo, por fin, conseguiría lo que realmente aspiro en esta vida, mi propia entrada en la Wikipedia.
 

Disculpas si alguien se siente ofendido por tratar con aparente frivolidad temas muy serios, como son el acoso sexual y el acoso laboral, pero es una licencia poética para intentar transmitir no solo la magnitud de la guerra civil que hay en el PSOE -no solo en el PSdeG- sino también lo peligrosos que son para todos estos mecanismos de justicia paralela.

Repito, el acoso sexual y el acoso laboral son temas muy serios. Tan serios que son delitos regulados en el Código Penal. 
 

En concreto, el acoso sexual en el Código Penal español se castiga en el artículo 184, que sanciona a quien solicite favores de naturaleza sexual en el ámbito laboral, docente o similar creando una situación intimidatoria, hostil o humillante, con penas de prisión de tres a cinco meses o multa de seis a diez meses, que se agravan en algunos supuesto.  El acoso laboral o “mobbing” se castiga en el artículo 173.1 como trato degradante reiterado en el trabajo, imponiendo penas de prisión de seis meses a dos años.

¿Nadie en la izquierda se va plantear que  estos aquelarres inquisitoriales de justicias paralelas explican mucho del auge neofascista?

Grosso modo para lograr una condena, el denunciante -que no tiene por qué ser la víctima, pero que debe dar la cara- ha de pasar el filtro de la fiscalía, que evaluará si hay indicios suficientes y/o convencer al juez instructor de que hay caso para, eventualmente, lograr una pena en un juicio que dirigirá otro magistrado. En todo el proceso, el acusado tiene derecho a defenderse con la ayuda de un abogado, que le paga el Estado si es necesario. En teoría, in dubio pro reo (saludos al Tribunal Supremo que juzgó al fiscal general) y no se pueden hacer investigaciones prospectivas -otro saludo, ahora para al juez Peinado-.

No es un sistema perfecto ni mucho menos, es patriarcal y atufa a vieja guardia franquista, pero tiene más garantías que el infernal buzón interno de Ferraz. 

La presunción de inocencia existe por algo. Porque a los que les gusta la venganza la disfrutan más fría y porque las miserias humanas son abundantes en cualquier organización, pero dentro de los partidos políticos a menudo son infinitas.
 

Antes de proceder a esconderme debajo de una piedra, lanzo esta pregunta, ¿nadie en la izquierda se va plantear que  estos aquelarres inquisitoriales de justicias paralelas explican mucho del auge neofascista?  Lo digo por esa parte notable de la población que se siente amenazada. Algo harían, o no.