¡Parad las malditas guerras, ya!

Hace unos días recibía un correo de mis amigos y amigas de UNICEF sobre los efectos colaterales de la guerra en Ucrania que me heló la sangre: cuando se lleva al rededor de un mes desde que comenzase la invasión militar rusa, más de la mitad de las niñas y niños de Ucrania -4,3 millones- son desplazados o refugiados, "un macabro hito que podría tener consecuencias duraderas en las generaciones futuras. La seguridad de los niños y niñas, su bienestar y el acceso a servicios esenciales están en riesgo debido la incesante y terrible violencia" - Catherine  Russell, directora ejecutiva de UNICEF-.

Como recogía en un artículo anterior en este mismo medio, el gran historiador inglés Eric Hobsbawm nos mostraba cómo en las últimas guerras las grandes víctimas no son los  militares y políticos combatientes sino que son siempre civiles -sobre lo 90% de las víctimas de las guerras son de no combatientes mayoritariamente mujeres y niños-. Una afirmación que la guerra de Ucrania no hace más que confirmar, pero que también podemos comprobar en otras guerras que, a pesar de no aparecer en la mayoría de los medios de información y opinión occidentales, no dejan de ser extremadamente crueles pues cuentan por millones las víctimas civiles. 

Una evidencia que el llamado Informe Graça Machel -"El impacto de las guerras en los niños"- nos recordaba no hace mucho tiempo: "Las situaciones derivadas de los conflictos armados afectan principalmente a los niños por su vulnerabilidad. Solos e indefensos a causa del caos reinante, algunos son reclutados a la fuerza en milicias" -se calcula que en la actualidad puede haber alrededor de 300.000 niños y niñas soldados operando en conflictos armados en todo el mundo- "y otros explotados. Los derechos fundamentales de estos niños son descaradamente ignorados, en beneficio de actos bárbaros y crueles. Muchos de ellos finalizan profundamente traumatizados, malheridos e  incluso discapacitados" También sucede que la explotación sexual de niños y niñas se incrementa durante los conflictos, "si no son asesinados, mutilados, encarcelados o violados como resultado de barbaries, son  sexualmente explotados o esclavizados. Además, la violación, en ocasiones, es utilizada cómo táctica de guerra contra niños y mujeres para  torturar, herir, obtener información, intimidar y castigar".

Según UNICEF, en los últimos 16 años, la Organización de Naciones Unidas verificó 266.000 casos de violaciones graves contra niños en más de 30 situaciones de conflicto en  África, Asia, Oriente Medio y  América Latina. Estos son solo los caos que se pueden verificar ya que las cifras reales son con seguridad, afirma la propia UNICEF, muchísimo más altas. Por caso, algunos organismos que también trabajan con la infancia elevan la cifra de 10 millones los niños víctimas de las guerras en el mundo.

Conflictos bélicos (Ucrania, Yemen, Siria, Irak, Afganistán, Somalia, Etiopía, Sudán, Gaza,  Myanmar....) que ponen en evidencia la irracionalidad y brutalidad de las guerras así como su imposible justificación desde el punto de vista social y humano. Unas guerras que también nos enseñan como la geopolítica -la lucha por zonas de influencia- junto con los intereses económicos -desde el negocio de la venta de armas hasta el control de recursos naturales importantes como petróleo, gas, minerales estratégicos, metales....- son su alimento. Unas guerras que si se analizan a fondo se comprueba que se pudieron evitar.

Una evidencia que justifica que chillemos muy alto: ¡parad las malditas guerras, ya!