#Claves de la semana

Galicia, hogar de la lluvia, se seca: restricciones por sequía, "despilfarros" hídricos y consumo "excesivo" de la ganadería

La sequía está golpeando con fuerza en algunos puntos de Galciia, donde los embalses rozan el 50% de su capacidad. La situación es especialmente acuciante en las provincias de Ourense y Pontevedra. Sin embargo, las restricciones para el uso del agua las encontramos en municipios de toda la geografía gallega: Carballo, Bande, Ribadavia, Vilagarcía de Arousa... Medidas que van desde cortes de agua hasta prohibir el uso de mangueras en festividades.


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La sequía está golpeando con fuerza en algunos puntos de Galciia, donde los embalses rozan el 50% de su capacidad. La situación es especialmente acuciante en las provincias de Ourense y Pontevedra. 

 

Sin embargo, las restricciones para el uso del agua las encontramos en municipios de toda la geografía gallega: Carballo, Bande, Ribadavia, Vilagarcía de Arousa... Medidas que van desde cortes de agua hasta prohibir el uso de mangueras en festividades.

 

Distintos grupos ecologistas han iniciado campañas para tratar de frenar el "derroche hídrico" de la comunidad. Entre ellas, un cambio en el modelo de consumo, variando nuestra dieta a una menos carnívora, ya que la ganadería es el sector que "bebe" más agua.  

 

Un tronco de un árbol seco en el lecho del río Miño en Escairón, Lugo
Un tronco de un árbol seco en el lecho del río Miño en Escairón, Lugo | Foto: EP

 

Popularmente se dice que el pueblo inuit tiene decenas de palabras en su vocabulario para referirse a los distintos tipos de nieve. Se supone que es un mito, pero en Galicia podemos creérnoslo porque contamos con un número infinito de formas para referirnos a la lluvia: puede caer en forma de orballo, o babuxa, o chaparrada, o chuvisca, o poallada, o borraxeira, o treboada, o nevisca… En un escenario como el gallego, nunca pensamos en escribir estas líneas: Galicia se seca y necesita lluvias. Una comunidad mundialmente conocida por sus cielos grises hoy vive una situación desconocida para muchos, más propia del sur y de climas mediterráneos pero a la que, a la vista de los efectos del cambio climático, tendremos que acostumbrarnos si no se toman medidas pronto.

 

La sequía está pasando factura y lo saben nuestros embalses, que en su conjunto se encuentran prácticamente a la mitad de su capacidad. Ni las copiosas tormentas de los últimos días han ayudado a corregir este déficit. Un claro ejemplo al hecho de que tenemos que aclimatarnos a este marco es que el año pasado, a estas alturas, solo nos encontrábamos un poco mejor: 53,98% de capacidad, solo 2,12 puntos por encima de la situación actual

 

No obstante, en aquel entonces influyó mucho la actuación de las empresas eléctricas para generar energía en un momento de alza de precios. Hoy la producción de energía hidroeléctrica ha bajado, pese a que el precio de la luz sigue siendo alto. La apuesta, en estos momentos, pasa por el gas. 

 

RESTRICCIONES Y SOLUCIONES

Lo que es menos común es lo que ocurre en Ourense, donde sus embalses rondan el 45%. Las olas de calor, la sequía, el consumo eléctrico de los hogares y negocios -si bien los embalses empleados por las eléctricas gozan de una salud mejor hoy que hace un año-…son muchos los condicionantes que han empujado la provincia a esta situación después de meses de prealerta. 

 

En este contexto, muchos concellos han comenzado a establecer restricciones nunca antes vistas en algunas zonas. El de Ribadavia es uno de los más afectados, hasta el punto de declarar el nivel cero del Plan de Emergencias municipal y la alerta por sequía. Pese a los continuos cortes de agua y demás intentos para tratar de mantener los niveles del depósito municipal, la situación hoy es, según la alcaldesa Noelía Rodrígez, “crítica y dramática”.

 

“Estamos trabajando día y noche con el objetivo de abastecer a la población, pero lo cierto es que vamos trabajando hora a hora, así que viendo los resultados no podemos garantizar los horarios previstos de agua”, lamentaba, sobre las medidas aplicadas, como captar agua directamente de los ríos.

 

Ribadavia no está sola: Guntín restringió el consumo de agua por parroquias, como Mougan, San Mamede o Lousada, Ferreira de Pantón, donde advierten que “se consume más agua de la normal”, corta el suministro de agua desde la medianoche hasta las 6 de la mañana, en Sober los camiones cisternas recorren el municipio desde hace días para abastecer a la población, Castro de Rei implora a sus vecinos a hacer un uso responsable, muy en la línea de la reclamación realizada desde la Confederación Miño-Sil, que vive su año “más seco de la serie histórica”… Muchos de estos municipios comparten dificultades añadidas: dispersión geográfica y población envejecida, lo que arma un cóctel explosivo. 

 

 

DESPILFARROS EN PLENA SEQUÍA

No obstante, no solo los municipios pequeños y medianos se han visto afectados. Grandes urbes, como Lugo, han empezado a aplicar medidas como baldear las calles en días alternos para ahorrar agua y usar una única hidrolimpiadora en vez de dos. También Carballo establece restricciones de agua en los servicios públicos, mientras que Vilagarcía de Arousa, que se encuentra preparando su archifamosa ‘Festa da Auga’, prohíbe el uso de mangueras en la festividad, lo que obliga a los asistentes al evento a regresar a los cubos y las pistolas de agua. 

 

Con todo, desde Ecoloxistas en Acción creen que esta medida es insuficiente y censuran el “despilfarro” que tendrá lugar en estas fechas en el municipio arousano, especialmente en un contexto en el que el agua es tan necesaria para combatir los incendios.  

 

 

RUÍNAS Y RELIQUIAS AL DESCUBIERTO

Los efectos de la sequía dejan estampas tan curiosas como la del antiguo Portomarín, que se puede atravesar a pie al quedar sus restos al descubierto. El municipio, sumergido en los años 60 para construir el embalse de Belesar, se puede visitar a al contar la presa con un caudal tan bajo en estos momentos. 

 

Varios jóvenes caminan por las aguas muy poco profundas del Rio Miño a su paso por Portomarín.
Varios jóvenes caminan por las aguas muy poco profundas del Rio Miño a su paso por Portomarín | Foto: EP

 

Lo mismo ocurre en Bande, donde la sequía permite ver el complejo arqueológico de Aquis Querquennis, hundido en As Conchas durante todo el año. Un tesoro romano que ve la luz en el S.XXI, desgraciadamente, gracias a la falta de lluvias. Un embalse, el de As Conchas, que, por otro lado, no goza de especial prestigio por la mala calidad de sus aguas, afectadas por las macrogranjas de la zona.  

 

 

CAMBIAR NUESTRA DIETA; CAMBIAR EL MUNDO

Un apartado, el de la ganadería, que no ha pasado desapercibido. En esa línea, la Fundación Franz Weber pone el foco sobre la ganadería y el “derroche de agua” que se registra en este sector. Según los datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, para cada kilo de carne de vacuno hay que gastar 15.000 litros de agua. 

 

Puede parecer una cifra no muy alta, especialmente si la comparamos, por ejemplo, con 2.500.000 litros necesarios para llenar una piscina olímpica, pero es significativa si tenemos en cuenta que el 70% consumo mundial va destinado a la agricultura, que a su vez está dirigida en gran medida a alimentar al ganado. 

 

Un ejemplo de ello es la provincia de A Coruña, “donde la extensión de cultivos dedicados a alimentar explotaciones ganadera es superior que las tierras dedicadas al consumo directo de las personas, generando un sistema insostenible e insolidario”. La propuesta de la fundación, además, contribuiría a mitigar los incendios y luchar contra el cambio climático.

 

“Si en 2020 se sacrificaron en Galicia casi 400.000 animales de diferentes especies con un destino principal de aprovechamiento cárnico, el consumo de agua ha sido enorme, por lo que la Fundación Franz Weber ha lanzado una necesaria reflexión sobre el modelo alimentario de la comunidad y el impacto de las decisiones diarias sobre el planeta”, señala la plataforma.

 

Así, hace más urgente todavía la reflexión teniendo en cuenta el contexto de sequía en el que nos encontramos, con muchos municipios adoptando medidas restrictivas ante la bajada de los caudales y las reservas de agua. La respuesta de los ganaderos no se hizo esperar y manifiestan que, incapaces de alimentar y abrevar a sus reses, muchas explotaciones están sacrificando a los animales.

 

Al tiempo, los ecologistas lamentan que las administraciones no incluyan sus indicaciones en las campañas de concienciación para un consumo responsable del agua, un recurso finito, incluso en un país que parece hecho de lluvia, como Galicia. 

 

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