Las derechas gallegas toman la delantera

El pasado 10 de febrero, lunes, Alberto Núñez Feijóo (PP), haciendo uso de las competencias reconocidas legalmente al Presidente de la Xunta (Art. 24, Ley 1/1983 de 22 de febrero. DOG 23 de 21 de marzo), convocaba a los/las gallegos/as a unas nuevas elecciones autonómicas que quedaron fijadas para el 5 de abril. El escenario político que ahora se perfila es notablemente diferente al que se dio en las últimas elecciones autonómicas celebradas en el año 2016. Diferente tanto a la derecha como a la izquierda, lo que otorga unas mayores dosis de incertidumbre al resultado electoral.

En el centro derecha manteniéndose la presencia avasalladora del Partido Popular (PP) parece que esta vez es muy probable que tenga que compartir escenario. Una pérdida de espacio escénico que, con toda probabilidad, pondrá en cuestión sus últimas mayorías absolutas. Seguramente que esta alta probabilidad haya influido en la decisión de A. Núñez Feijóo a la hora de fijar la convocatoria electoral. Con un calendario tan apretado (la fecha de cierre para la presentación de candidaturas queda fijada entre el 28 de febrero y el 2 de marzo), sin lideres conocidos y con una débil estructura organizativa, resulta evidente que tanto Vox como Cs (muy especialmente estos últimos) afrontan estas elecciones en una posición de enorme desventaja con relación al Partido Popular (PP).

Si bien es cierto que la larga trayectoria hegemónica del PP en Galicia, el servilismo de la mayoría de los medios de comunicación y opinión gallegos, el férreo control sobre los medios públicos, el inequívoco apoyo de la brisa católica y las inercias políticas, juegan inequívocamente a favor de mantener al PP de Galicia como fuerza política aglutinadora del centro derecha (que le supone acercarse más de 600.000 votos). A pesar de eso todo, parece indicar que esta vez no le será fácil evitar que, por caso, Vox se presente a las elecciones gallegas (Cs lo tiene más complicado). Una presencia que muy probablemente traerá consecuencias electorales relevantes por la pérdida de votos que para el PP va a suponer. Pérdidas que pueden ser decisivas.

Esta presencia de VOX en el escenario electoral gallego seguramente marcará el tono y la orientación política de la campaña de A. Núñez Feijóo (PP) que estarán dirigidos a conseguir diferenciarse de todos los demás, para lo cual buscará situarse en el centro del escenario   ubicando a unos y otros en los extremos (“extrema derecha-extrema izquierda”). Una posición que le permita aparecer como una opción muy centrada y, por tanto, diferenciada de la que, por caso, refleja el PP de Casado a nivel español. Un centro que ofrece un perfil galleguista y reivindicativo frente al nuevo gobierno español (PSOE/UP) que será acusado de marginar, cuando no de castigar, a Galicia. Una apuesta política que se apoyará más en la figura de A. Núñez Feijóo que en la marca del partido (PP).

Con esta estrategia, aquel buscará colocar tanto al PSdeG-PSOE como a  UP, y de rebote también al BNG, en una posición incómoda ya que, por caso, las elecciones se celebrarán antes de que el nuevo gobierno español tenga aprobados los nuevos Presupuestos con los que aquellos quieren demostrar su compromiso con Galicia. No hay tampoco que despreciar el amortecimiento que para las distintas reivindicaciones sociales tanto actuales (sanidad, industrias  electronegativas, naval, violencia de género...) cómo futuras (por caso, los incendios forestales) tiene una convocatoria tan inmediata. Coyuntura que, como señalamos en un artículo anterior tanto favorece a la actual Xunta de Galicia (Partido Popular), cuando daba claras muestras de estar desbordada, como perjudica a una oposición (PSOE,  UP, BNG) que se iba sumando las olas reivindicativas.

Caben pocas dudas de que con esta “inesperada” convocatoria electoral las derechas le toman la delantera a las izquierdas. Veremos por cuánto tiempo.