Un año de evidencias e incertidumbre

A nivel político el año 2023 se presenta lleno de incertidumbres pero también con algunas evidencias. Entre estas últimas está la evidencia, a nivel internacional, de que la guerra en Ucrania no va a tener una solución fácil ni inmediata. Todo apunta a que estamos ante un conflicto que se enquista y que va a dejar un país (Ucrania) con no pocas partes de su territorio totalmente arrasadas y una población muy golpeada por el hambre y la miseria. Un conflicto del que Rusia saldrá muy debilitada pero también una Unión Europea disminuida políticamente y aún más dependiente del imperio USA. Le sumemos a esta crisis los efectos de una pandemia aún no superada definitivamente y tendremos un panorama internacional preocupante que seguirá condicionando negativamente el escenario político y económico de Europa y, por tanto, de España y Galicia.

En relación a estas últimas entre las incertidumbres políticas destacan lógicamente las relativas a las convocatorias electorales que deberán celebrarse en este año 2023: las elecciones locales y autonómicas de mayo y las elecciones generales de noviembre -en este caso si no hay un adelanto-. Difícil avanzar un vaticinio para cualquiera de las tres, pero, a pesar de eso, parece evidente que entramos en un año con una muy larga y prolongada campaña electoral pero en la que los resultados finales aparecen, a estas alturas, como muy inciertos en no pocos casos.

A pesar de estas incertidumbres sí podemos avanzar algunas evidencias como que tanto las elecciones municipales como las autonómicas serán enfrentadas de forma diferente por los respectivos partidos según estén en la oposición o en el gobierno en las autonomías y en el Estado. Así es, por caso, resulta fácil adivinar que el Partido Popular (PP) intentará darle a las elecciones locales el carácter de un plebiscito al gobierno español de turno (PSOE/UP), mientras estos partidos querrán que el escenario de confrontación no  desborde el espacio local. Lo mismo pasará en la mayoría de las autonomías y así, por caso, en Galicia tanto el BNG como el PSdeG-PSOE buscarán que las elecciones municipales gallegas aparezcan como un test al gobierno del Partido Popular (PP), algo que esté rechazará. Son los costes de una partitocracia que daña al poder municipal y la propia democracia haciéndolos más deficitarios. 

De lo que no cabe la menor duda es de que traerán nuevas incertidumbres, porque estas elecciones primeras -locales y autonómicas- moverán no pocos marcos partidarios. Así, y por caso, cabe preguntarse qué puede pasar en el Partido Popular (PP) si la señora Ayuso repite mayoría absoluta en la Comunidad de Madrid: ¿se afianzará o se debilitará la posición del señor Núñez Feijóo como líder y candidato presidencial para las elecciones generales? Una pregunta parecida podía hacerse a nivel gallego: si como parece probable el BNG no es quien de tener un crecimiento espectacular en las elecciones municipales gallegas (en la actualidad cuenta con 425 concejalías y 30 alcaldías), ¿cuál será el futuro político de la señora Pontón que apuesta fuerte por una mayoría social que la conduzca a la presidencia de la Xunta de Galicia? ¿Correría peligro su liderazgo? Pregunta que también se puede trasladar al PSOE en Galicia: si luego del golpe de los líderes  municipalistas este partido no mantiene el actual y poderoso poder municipal (con 111 alcaldías, 5 de las siete grandes ciudades, más del 50% de los gallegos y gallegas están gobernados por un alcalde o alcaldesa socialista), ¿entrará el PSdeG-PSOE en una de sus crisis recurrentes? Las anteriores elecciones municipales supusieron un gran retroceso de las llamadas mareas municipalistas (50%): ¿van a ser las elecciones municipales de este año su canto de cisne? Finalmente, ¿cómo afectarán al futuro de Unidas Podemos? 

Frente a estas incertidumbres solo cabe una evidencia recurrente: entre el PSOE y el PP volverán a sumar más de la mitad de los representantes elegidos. El bipartidismo y la partitocracia tienen férreas bases constitucionales.